Vaya cómo se nota. Ha sido cosa de vislumbrarse unos días de asueto, tras un trimestre sin festivo que echarse a la boca, y caer en picado el agobio de la vida metropolitana. No se engañen con sloganes de pegatinas de maletero de Ford Fiesta de los ochenta, con diferencia, lo mejor de los madrileños es cuando no hacemos acto de presencia.
Imagino que la semana santa de este 2014 traerá consigo
todos y cada uno de los ingredientes que la convierten año tras año en uno de los momentos más casposos y lacerantes del año para los que asistimos atónitos al conjunto de sinsorgadas que durante la misma se perpetran, me cuentan que a veces, incluso por gente con el derecho al sufragio activo en vigor. De locos. Así, que me aspen si los moradores de este país aconfesional no nos enfrentamos a reposiciones decoloridas de clásicos del cine bíblico, anuncios triunfalistas de caídas en el número de desempleados obviando la estacionalidad, monográficos de diez minutos en telediario de prime time para el turismo de interior y la vuelta al pueblo, desbordamientos del Guadalquivir, que ríase usted de Aznalcollar, provocados por los impúdicos llantos con sus correspondientes mocos fluyendo sin descanso de las jetas de los nazarenos, frustrados por no poder sacar a pasear una talla de su dios omnipotente, ese que, paradójicamente, no puede con una borrasca primaveral de mierda, las sempiternas imágenes de cuatro filipinos haciéndose un desagradable piercing en las manos incumpliendo la sabia máxima que establece eso tan sano de no agredirse, cuatrocientas previsiones meteorológicas tratando de disfrazar en lenguaje políticamente correcto la sentencia de Montesdeoca "buenas tardes para el sur, no tan buenas para el norte", y mucho enviado especial a las pasarelas de las autovías para obtener las codiciadas imágenes de las procesiones, lógicamente las de los utilitarios, que esas no las para el clima ni la madre que las parió.
La verdad que cualquiera de estos ingredientes costumbristas explicarían una petición de asilo mental en Júpiter como cerca, pero los más sagaces habréis echado en falta de la relación el elemento que me tiene hablando en chino los últimos días. Me refiero a los indultos en general y al del José María el Tempranillo del Banco Santander de no se que pueblo de Castilla en particular. Ese Robin Hood de iPhone 5 y MBA que robaba a los desgraciados para dárselo a sí mismo. La verdad que en el Santander, el que no presenta en su curriculum un indulto o una indemnización compensatoria de tropecientos dígitos por retiro anticipado, es un mindundi, verdad señor Sáez? Sin embargo, no es un ataque de misericordia curricular en la lucha perdida contra el desempleo lo que ha motivado la rúbrica del ministro de Justicia, ese pájaro que se postra genuflexo ante el imperio de la ley, excepto cuando tiene que indultar a clientes del despacho del vástago y demás delincuencia de cuello blanco. Habrá sido un informe secreto emitido por un cenáculo de juristas orondos y entrados en años, se estarán preguntando ustedes. Quizás otro revés del tribunal de derechos humanos, foro donde España recoge entorchados con forma de sopapo al ritmo de democracias consolidadas como las que visita el monarca en sus visitas a lo Lawrence de Arabia. Pues tampoco. Tan magnánimo acto discrecional del ministro se debe exclusivamente a una petición popular. Pero no una ILP de esas de a 500.000 firmas y sus DNI's, qué va. Los hermanos de la cofradía del cristo de vayaustéasaberdónde (sí, lleva dos tildes), desde su atalaya moral en la que discernir el bien del mal resulta tan sencillo como hacer un bizcocho de plátano en la Thermomix, han intercedido en favor del pobre desdichado bancario y sus plegarias han sido escuchadas y atendidas, no por el que debería habérselo llevado pronto, su jefe directo el Altísimo, sino por uno de sus Key Account Manager en al tierra, el rizadísismo de cejas grisáceas.
Atónito como me encuentro de vivir en un país bajo el imperio de la ley como éste, marcho
ipso facto a constituir una "hermandad del altísimo ratio de probabilidad de ridículo eurovisivo una vez más" (me cuentan que si no andas suficientemente hiperbólico en el nombre no te hacen ni puto caso) para que designen al candidato que a mí me plazca, que visto el mal gusto de los que mandan sus SMS a números premium, para gloria de las menguadas arcas del ente televisivo, igual nos colocamos en todo lo alto del ranking europeo, vamos, como en el fútbol o en la cifra de parados.
Imagino que la semana santa de este 2014 traerá consigo
todos y cada uno de los ingredientes que la convierten año tras año en uno de los momentos más casposos y lacerantes del año para los que asistimos atónitos al conjunto de sinsorgadas que durante la misma se perpetran, me cuentan que a veces, incluso por gente con el derecho al sufragio activo en vigor. De locos. Así, que me aspen si los moradores de este país aconfesional no nos enfrentamos a reposiciones decoloridas de clásicos del cine bíblico, anuncios triunfalistas de caídas en el número de desempleados obviando la estacionalidad, monográficos de diez minutos en telediario de prime time para el turismo de interior y la vuelta al pueblo, desbordamientos del Guadalquivir, que ríase usted de Aznalcollar, provocados por los impúdicos llantos con sus correspondientes mocos fluyendo sin descanso de las jetas de los nazarenos, frustrados por no poder sacar a pasear una talla de su dios omnipotente, ese que, paradójicamente, no puede con una borrasca primaveral de mierda, las sempiternas imágenes de cuatro filipinos haciéndose un desagradable piercing en las manos incumpliendo la sabia máxima que establece eso tan sano de no agredirse, cuatrocientas previsiones meteorológicas tratando de disfrazar en lenguaje políticamente correcto la sentencia de Montesdeoca "buenas tardes para el sur, no tan buenas para el norte", y mucho enviado especial a las pasarelas de las autovías para obtener las codiciadas imágenes de las procesiones, lógicamente las de los utilitarios, que esas no las para el clima ni la madre que las parió.
La verdad que cualquiera de estos ingredientes costumbristas explicarían una petición de asilo mental en Júpiter como cerca, pero los más sagaces habréis echado en falta de la relación el elemento que me tiene hablando en chino los últimos días. Me refiero a los indultos en general y al del José María el Tempranillo del Banco Santander de no se que pueblo de Castilla en particular. Ese Robin Hood de iPhone 5 y MBA que robaba a los desgraciados para dárselo a sí mismo. La verdad que en el Santander, el que no presenta en su curriculum un indulto o una indemnización compensatoria de tropecientos dígitos por retiro anticipado, es un mindundi, verdad señor Sáez? Sin embargo, no es un ataque de misericordia curricular en la lucha perdida contra el desempleo lo que ha motivado la rúbrica del ministro de Justicia, ese pájaro que se postra genuflexo ante el imperio de la ley, excepto cuando tiene que indultar a clientes del despacho del vástago y demás delincuencia de cuello blanco. Habrá sido un informe secreto emitido por un cenáculo de juristas orondos y entrados en años, se estarán preguntando ustedes. Quizás otro revés del tribunal de derechos humanos, foro donde España recoge entorchados con forma de sopapo al ritmo de democracias consolidadas como las que visita el monarca en sus visitas a lo Lawrence de Arabia. Pues tampoco. Tan magnánimo acto discrecional del ministro se debe exclusivamente a una petición popular. Pero no una ILP de esas de a 500.000 firmas y sus DNI's, qué va. Los hermanos de la cofradía del cristo de vayaustéasaberdónde (sí, lleva dos tildes), desde su atalaya moral en la que discernir el bien del mal resulta tan sencillo como hacer un bizcocho de plátano en la Thermomix, han intercedido en favor del pobre desdichado bancario y sus plegarias han sido escuchadas y atendidas, no por el que debería habérselo llevado pronto, su jefe directo el Altísimo, sino por uno de sus Key Account Manager en al tierra, el rizadísismo de cejas grisáceas.
Atónito como me encuentro de vivir en un país bajo el imperio de la ley como éste, marcho
ipso facto a constituir una "hermandad del altísimo ratio de probabilidad de ridículo eurovisivo una vez más" (me cuentan que si no andas suficientemente hiperbólico en el nombre no te hacen ni puto caso) para que designen al candidato que a mí me plazca, que visto el mal gusto de los que mandan sus SMS a números premium, para gloria de las menguadas arcas del ente televisivo, igual nos colocamos en todo lo alto del ranking europeo, vamos, como en el fútbol o en la cifra de parados.
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