Las canciones infantiles suelen aterrorizar. Por lo que dicen y por el tono sencillo de sus melodías fácilmente rememorables. No en vano se usan con frecuencia en el cine de sustos cuando se atisba la presencia inevitable del malo visto el primer plano de la rubia de espaldas, el cual no nos deja lugar a la duda de la aparición "por sorpresa".
Ya, entiendo que la infancia no sólo evoca angustiosas tonadillas. Cuando se menta ese período de tiempo carente de padecimiento, la gente prefiere fijar su edulcorada memoria en la ternura, la candidez y la inocencia. Sin embargo, no deberíamos pasar por alto la severidad en el juicio con lo ajeno frente al holgado reproche propio que se afianza en tan temprana edad y que igual explica ciertos comportamientos más adelante. Es esa etapa de la vida en la que el pecoso humilla al de gafas y la de orejas de soplillo a la niña pelirroja sin ningún remordimiento.

Un detalle al margen que no debo dejar de lado. Cómo demonios se prepara uno para una inspección anunciada en el tiempo y con agenda del día concertada? Alguien, además del hostelero madrileño de éxito que paga en B, se imagina que la Inspección de Trabajo se presentara en la empresa anunciando con tiempo la fecha de su llegada y los documentos que va a solicitar? Esto del CIO me parece que es como mandar un curriculum a una web de búsqueda de empleo o cumplimentar un formulario en una web de citas: se trata de cualquier cosa, menos de que descubran quién eres en realidad. Para el primero tu virtud es el trabajo en equipo y tu defecto la ambición, o era para el segundo?
En fin, como siempre, cuando en medio de un soliloquio crees haber llegado a alguna parte, el maestro ha estado allí mucho tiempo antes.
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